Son lejanos los sonidos de esa guitarra, los recuerdos de mi mente me transmiten el calor esa madera vieja, el viento me azota la cara, me alborota el pelo y me obliga a encerrar las piernas entre mis rodillas. La luna se refleja, el sonido del romper de las olas en las piedras me hace sentir la libertad del mar, su fuerza e incluso su furia, son estas las noches en las que me alejo de todos, toda compañía se me hace pesada, innecesaria, solo necesito estar yo, mi soledad y mis recuerdos, todo lo demás son pesos en el alma.
El camino a seguir me lleva a ninguna parte, dejo que mis pies marquen el rumbo, que se muevan al ritmo de las notas de tu guitarra, esa guitarra que tu tocabas, recuerdo tus manos deslizándose por ella como si del cuerpo de un amante se tratase, intentando arrancarle gemidos de placer y como los que allí estábamos nos estremecíamos, el nos hacía sentir amados al imaginarnos tus manos recorriéndonos, acariciándonos, que tú cálida voz nos susurrara secretos en lo profundo de la noche y que el calor del fuego avivase nuestros deseos más ocultos.
Es ahora, pasado el tiempo, cuando cierro los ojos y siento el calor de tus palabras, las notas me acarician, me hacen estremecer, el sentir esos recuerdos, es el saber que yo fui igual que esa guitarra y que tu en tus manos me hiciste olvidar quien era, de donde venía y hacerme querer ser esclavo de tus abrazos, hacer de ellos una prisión donde los barrotes fuesen mi deseo y la cerradura mi pasión.
Al abrir los ojos las olas seguían en su constante romper contra las piedras, me salpican la cara, me refrescan, y en su sabor salado encuentro la respuesta a mis dudas, no es malo recodar, eso solo significa que lo viví, que lo sentí y en lo más profundo de mi ser siempre estará, el sonido de tú guitarra.
Guitarra Flamenca: Domi de Ángeles – Verde Que Te Quiero Verde (Guitar)
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